el cuerpo tiene muchas partes, una de ellas es la cabeza y otro el tronco y por último pero no menos importante las extremidades
Expert two
La productividad de un departamento es inversamente proporcional al número de proyecto de RRHH que le afecten.
Expert one
mañana y hoy
mañana es san Isidro y es fiesta que ganas de que llegué ya que nervios y hoy he ido a la granja de excursión y he tocado una gallina y he montado en caballo y además he visto unas 5 tortugas como mi mascota y son preciosas y ademas es de agua y he visto un burro, he dado comida a algunos animales
este viernes un cumple
voy al micrpolis al cumple de Irene y voy en coche
Los cuidados de mi jardín
Alguien me dijo una vez que la Amistad es un jardín que hay que cuidar.
Y no es fácil, no, mantener este jardín a pesar las estaciones, el frio hace que todo alrededor se seque, ese frío que congela almas y hace caer los brazos para no luchar. Ese frío egoista que definitivamente seca los sentimientos y hace que las flores que antes relucían, ahora ajadas y secas serán estirpadas del jardín.
Pero no sólo son los fríos los enemigos más acérrimos, hay peores elementos escondidos en el propio jardín que con disfraz de algo que florece, terminan en malahierba que se extiende por doquier arruinando todo lo plantado. Son hierbas que se deben sacar de raiz, acabar con ellas, reducirlas a la mínima expresión que pueda darse y ciertamente utilizarlas como abono de los muchos cultivos que aún quedan y que seguro lo agradacerán.
De igual forma, hay vecinos malintencionados cuya única afición es abonar con sal para secar nuestras relaciones, pero es fácil acabar con ellos, la indiferencia es la principal arma de destrucción másiva de la maldad salada.
Pero todo no son problemas, me encanta ver florecer mi jardín. Desde esas nuevas flores recien plantadas, dulces, coquetas y que lo llenan todo con su plenitud hasta ver esos frutales, viejos conocidos, de los que sabes que siempre están ahí, de los que aunque no lo esperes seguro que algún día más pronto que tarde darán un lindo fruto. Frutos de la amistad.
Pero lo mejor de todo, para mí, como todo buen manitas, es los cuidados del jardín. Regar mis flores y manzanos, toda buena amistad no avanza si no la riegas con agua de entendimiento y paciencia, abonar a menudo con regalos de simpleza, quitar las malas hierbas que atacan nuestra amistad y no la dejan avanzar, rastrillar la suciedad de los problemas, protegerlos de los ataques, en fin, cuidar del jardín, cuidar de la amistad porque en la acción está el camino, está la amistad floreciendo y creciendo.
Y como no quiero que ninguno de los cultivos de mi jardín se ajen por desmedida equidad de unos respecto a otros. Os quiero y os deseo a todos lo mejor. Espero que esto sea un pequeño abono de Navidad.
Feliz Navidad y propero Año Nuevo.
Diez años de trabajo
La Soledad, a veces, es algo más que un sentimiento, es un recorido del todo a la nada. Un camino de 10 años, un camino que se ha completado con la colaboración de gran número de compañeros que han ayudado a hacerlo, a construirlo, el camino, más fácil, más simple, más humano, pero quizás, y principalmente, más acompañado.
Son pequeñas piedras que han llenado los huecos que la soledad intenta vaciar, aunque algunos no tan pequeños han copado una gran base de ese camino. Pero a veces esa soledad soplaba los vientos de la desesperanza y siempre estaba ahí, un compañero que ha querido acompañarme, ayudarme o simplemente no dejarme caer por el viento que seguía soplando; un compañero que a veces lo haría fácil y otras no tanto, incluso difícil, un compañero que a veces me enorgullecía y otras llenaba mi sentidos de amargura, pero siempre, siempre, siempre estaba ahí haciendo el camino, era el camino, era mi trabajo.
Pero que mala fortuna que un desgraciado terremoto haya cortado ese camino, esa compañia, ese trabajo en un abismo de realidad absolutista que me ha dejado al borde de la nada, un desgraciado acontecimiento que me obliga a coger un nuevo camino.
Abandono atrás casi todas esas piedras que me protegían de los vientos de la soledad que ahora gana terreno en mi nuevo camino. Estos 10 años no han sido en vano y si algo me han enseñado es que en mi nuevo camino lo primero que tengo que hacer es olvidar el anterior y todas las piedras que dejo atrás; y de nuevo comenzar otro camino, con nuevas piedras, que llenen los huecos dejados por las olvidadas por las que ya forman una excelente obra, un excelso camino de 10 años.
Quizas haya que mirar hacia delante, pero nunca olvidar lo que se deja atrás. Por dura que haya sido la ruptura siempre hay pistas que te ayudan a recordar que tu eres parte de ese camino y que igual que tu dejas atrás otras piedras, esas piedras se desprenden también de ti y que formas parte de sus caminos y para los que sí eres importante y para los que incluso eras una de esas grande piedras en que se basaban y de las que a veces es tan difícil suplir.
Un abrazo para todas mis piedras y siempre sereis bien recibidas en mi nuevo camino, allí os espero y recordad siempre es posible que nuestros caminos se vuelvan a unir una vez que hayamos acabado con las malas hierbas y los degraciados eventos solo sean recuerdos que estamos olvidando.
La estrella de la felicidad
Hay una estrella en el cielo que todas las noches va de aquí para allá en el cielo.
Nadie sabía a qué se debía, científicos, magos, genios, ninguno llegaba a una conclusión de porque aquella estrella pasaba toda la noche de un lugar para otro.
Pero un ratoncillo se acercó a la reunión de sabios y dijo saber la razón del baile nocturno de la estrella. Ninguno de los sabios aguantó a reisrse del ratoncillo pero el ratoncito no dudo en demostrarselo.
Aquella noche el ratón subió a la montaña más alta y desde allí llamó tan fuerte como pudo a la estrella errante.
Cuando la estrella se le acercó, el ratón tan sólo se limitó a decir a la estrella una dirección. Y es que la estrella estaba buscando algo.
La estrella buscaba a un niñ@ que estuviera triste ese día y el ratoncito se lo había dicho. La estrella allí se dirigió y estuvo alumbrando el sueño del nin@ hasta que se le alegró la cara. Eso es lo que buscaba la estrella hacer felices a los niños que habían pasado triste el día.
Desde ese día todas las noches el ratoncillo decía a la estrella donde encontrar a lo que buscaba: «llevar la alegría donde hay tristeza»
Una flor en el camino
Estaba una flor al borde de un camino, esta flor se creía la más bella a ambas orillas de todo el camino. Pensaba era la que mejor olía, le de colores más llamativos, la más grandes, la flor del camino.
Un día paso por el camino un perro que en su andar no se fijo en la flor, ésta muy dolida por la actitud del perro lo llamó. El perro encantando porque una florecilla lo llamará se acercó a la flor, la olisqueó y comenzó a estornudar, la flor estaba muy ofendida, como podía aquel animal cuadrupedo estar estornudando de esa forma al olerla.
El perro le aclaro que su olor le parecía bastante malo, sus colores muy apagados y sin duda era una florecilla más a lo largo de todo el camino y sin pensarlo dos veces, el perro meo en la flor y continuó su camino.
La flor desde entonces no volvió a alardear de sus características ante nadie en el camino.
Moraleja: Siempre te encontrarás a alguien en el camino de la vida al que no le gustes y que se mearán en tus ilusiones.
La lechera
Un día una niña esperaba sentada en la puerta el paso de la lechera, cuando ésta llego a la puerta de la niña le ofreció leche pero sólo tenía una moneda para comer toda su familia.
La lechera regaló una botella a la niña y le dijo que recordara dejar siempre algo de leche en la botella, la niña agradeció el regalo a la lechera, bebió un trago y memorizó sus palabras. Cuando llegaron sus hermanos dio un baso a cada uno y dejó un resto en la botella.
Al día siguiente la botella de leche estaba de nuevo llena. Así pasaron varios días hasta que el hombre más rico y avaro del pueblo se enteró del prodigio y compró la botella de leche a la niña, que le contó lo que la lechera le había contado.
El avaro desoyendo lo contado vacio la botella y la guardó en la nevera esperando a que de nuevo se llenará, pero pasó el tiempo y la botella no se llenaba, la impaciencia atacó al avaro que a cada minuto miraba en la nevera, hasta que llamó a la puerta la lechera y le pidió la botella vacía pues nunca más se volvería a llenar.
La avaricia rompió la botella.