Hay una estrella en el cielo que todas las noches va de aquí para allá en el cielo.
Nadie sabía a qué se debía, científicos, magos, genios, ninguno llegaba a una conclusión de porque aquella estrella pasaba toda la noche de un lugar para otro.
Pero un ratoncillo se acercó a la reunión de sabios y dijo saber la razón del baile nocturno de la estrella. Ninguno de los sabios aguantó a reisrse del ratoncillo pero el ratoncito no dudo en demostrarselo.
Aquella noche el ratón subió a la montaña más alta y desde allí llamó tan fuerte como pudo a la estrella errante.
Cuando la estrella se le acercó, el ratón tan sólo se limitó a decir a la estrella una dirección. Y es que la estrella estaba buscando algo.
La estrella buscaba a un niñ@ que estuviera triste ese día y el ratoncito se lo había dicho. La estrella allí se dirigió y estuvo alumbrando el sueño del nin@ hasta que se le alegró la cara. Eso es lo que buscaba la estrella hacer felices a los niños que habían pasado triste el día.
Desde ese día todas las noches el ratoncillo decía a la estrella donde encontrar a lo que buscaba: «llevar la alegría donde hay tristeza»