Un día una niña esperaba sentada en la puerta el paso de la lechera, cuando ésta llego a la puerta de la niña le ofreció leche pero sólo tenía una moneda para comer toda su familia.
La lechera regaló una botella a la niña y le dijo que recordara dejar siempre algo de leche en la botella, la niña agradeció el regalo a la lechera, bebió un trago y memorizó sus palabras. Cuando llegaron sus hermanos dio un baso a cada uno y dejó un resto en la botella.
Al día siguiente la botella de leche estaba de nuevo llena. Así pasaron varios días hasta que el hombre más rico y avaro del pueblo se enteró del prodigio y compró la botella de leche a la niña, que le contó lo que la lechera le había contado.
El avaro desoyendo lo contado vacio la botella y la guardó en la nevera esperando a que de nuevo se llenará, pero pasó el tiempo y la botella no se llenaba, la impaciencia atacó al avaro que a cada minuto miraba en la nevera, hasta que llamó a la puerta la lechera y le pidió la botella vacía pues nunca más se volvería a llenar.
La avaricia rompió la botella.